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lo fatal


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Rubén Darío

Fedra

*Después de gustar hasta empalagarnos los jarabes y mixturas
de estos poetas modernos que han creado a Fedora, Margarita,
Adriana y, Frou-Frou, bien llega ese vaso de agua cristalina
y, fresca que rezuma de la gran roca de mármol del viejo
clasicismo, labrada a guisa de artística taza por la mano
del gran trágico del siglo decimoséptimo, Racine.*
*Arte soberano el arte griego, en que los ideales aparecen
encarnados y perfectos bajo el foco de luz de la primitiva
inspiración; arte soberano el que humanizando a los dioses y
divinizando a los héroes, se vestía con la nube de fuego de
los inmortales, al propio tiempo que recibía de la virgen
naturaleza su plástica, su vida, su potencia vigorizadora.*
*Eurípides, el que calzaba el coturno de oro, y aumentaba
arrugas a la máscara de la tragedia, fue el creador de Fedra
en su Hipólito famoso. La musa severa que inspiró a Esquilo
y a Sófocles, le concedió sus favores: y en el vestíbulo del
templo de la Fama, álzase la majestuosa talla de Eurípides,
resplandeciente ante la mirada de los siglos.*
*Es el arte antiguo a manera de un árbol reverdecido y
frondoso, hinchado de savia y ornado de ramas y de flores.
No hay en él poda ni riego de la mano del hombre, sino que
ha crecido bebiendo la humedad de la tierra, recibiendo los
rayos del sol y los alientos de la montaña.*
*Hay para él un Olimpo en que los dioses forman su
conciliábulo; un Júpiter poderoso que tiene a sus pies el
águila y en su mano la centella; un Apolo que pulsa la lira
de los hombres con sus dedos divinos; una Afrodita, símbolo
de la belleza y del amor. Arte al que la naturaleza le
brinda sus maravillas; por él la inspiración helénica ha
cobrado vuelos gigantescos y ha llevado, lleva y llevará
necesariamente el cetro de la poesía universal.*
*¡Qué gran distancia la que se nota entre aquellas obras
maestras de los antiguos griegos, las clásicas producciones
de los viejos poetas, y las de las escuelas modernas en que
una inspiración, ya contenida, ya mediana, ya desbordada,
deslumbra con cuadros luminosos, pero que son, comparados
con aquellos monumentos de un pasado gloriosísimo, lo que
una vislumbre de fuegos de Bengala ante las tinturas puras y
radiantes de una aurora que nace por su oriente.*
*La belleza plástica no ha tenido trono más augusto que
aquel en donde fue labrado el mutilado simulacro de la diosa
de Milo: Grecia; y en Grecia tiene origen la prístina
belleza poética que dio la regla, que hizo el molde, que
señaló el camino que deben adoptar los que pretendan
acercarse a una acabada perfección; desde la epopeya que
brota del arpa del ciego de Quío, hasta la tragedia en que
Esquilo enciende la hoguera y Eurípides la aumenta con su
combustible.*
*Diremos con Juan Pablo Richter, que la Grecia veía la vida
y vivía por sí misma, mientras que los modernos hacen todo
lo contrario.*
*¡Qué grandeza aquella!*

*El soberbio Esquilo que hace hablar a los dioses
inmortales, que tiene por bambalinas de sus escenarios nubes
tormentosas, que encadena a Prometeo y hace que Hermes le
reproche sus quejidos, Esquilo, convierte en bufón al océano.*
*Advierte el sabio Winckelmann que uno de los caracteres
distintivos de aquella poesía soberana es la olímpica
serenidad de los dioses. En medio de los estallidos del
trueno, en la agitación de las tormentas que su diestra
produce, el padre Jove yergue la cabeza con quietud y
majestad.*
*Mas al llegar a las pasiones de los hombres, la serenidad
divina se trueca en tempestad humana. Vamos directamente a
Eurípides, este inimitable pintor de la pasión furiosa y
desbocada.*
*Ante todo, recordemos su genial vigor y gallardía, su gran
fondo, tachado de llevar gérmenes inmortales, nada menos que
por el buen Aristófanes, quien, como dice un filósofo
alemán, dejó caer sobre nuestro trágico una lluvia de ranas,
a manera del profeta guiador del pueblo hebreo. Pero esa
lluvia de ranas es únicamente producida por el censor
inflexible, para castigar al poco escrupuloso autor de
Hipólito, en cuanto salta el valladar de una moral restricta.*
*Sófocles tuvo aprecio -justo para algunos, injusto para
otros-, por Eurípides. Y es de ver a dos caracteres de los
principales entre los trágicos helenos, unidos por el
ingenio y la simpatía personal.*
*Si Aristófanes censuró tan acerbamente a Eurípides, de éste
opina el filósofo alemán, ya citado, que, si resucitase, le
alzarían arcos triunfales como al gran restaurador de la
moral pura, en lo antiguo tan descoyuntada y maltrecha.*
*El espíritu de este poeta censurado, es el majestuoso
espíritu trágico por excelencia.*
*En los labios de sus personajes, cobran nobleza y hermosura
hasta los más triviales modismos que en el pueblo se
empleaban.*
*La musa del ceño arrugado que dictaba los hexámetros
solemnes, le infundía en sus creaciones un aliento soberano.*
*Fedra es uno de los bellos personajes de Eurípides, y el
origen de donde arranca esa obra de Racine, que en la
tragedia francesa esplende y llama a la admiración.*
*El demonio Voltaire, que decía: -Mon cher Tierrot,
l'Apocalypse est une saleté-, contuvo el rictus de sus
labios burlones y se descubrió ante Fedra. Y es que la Fedra
de Racine sobrepuja a la de Eurípides; pues, además de ser
aquí protagonista y allá secundaria, el poeta francés ha
juntado en ella el brillo de su espíritu, de su
procedimiento y de su época, a la altitud de la creación
primitiva, coronada por una aureola de fuego inmortal,
descendida del cielo luminoso bajo cuya techumbre resonaron
los versos de Sófocles y de Esquilo.*

*Ante la Fedra de Racine, la de Séneca se olvida, la de
Nicolás Pradon no puede contemplarse. Y es que Séneca con su
espíritu latino, con su gran talento, con su percepción
admirable, no podía volar con las alas de águila del trágico
francés; y Pradon, cuya figura es imperceptible si se
compara con Racine, no tenía en sus ojos la retina de este
ingenio, que mira el sol del arte antiguo sin parpadear;
escudriñando sus fulgores y admirando sus magnificencias.*
*El argumento de Fedra es bien conocido por los que hayan
ojeado cualquier obra de literatura francesa.*
*Esa reina que se enamora con la pasión más loca que puede
caber en humano corazón, es pasmosa, es admirable. Débil,
lánguida, aparece primero, vagando por la escena, llena de
melancolía.*
*¡Cuán triste esa música celeste que brota de sus labios!
Muestra la cuitada enferma el fondo de su corazón, sus
desventuras; y al hablar, su palabra es un gemido
quejumbroso. Pero bajo aquella faz apacible hay una
explosión contenida. Al alejarse de Hipólito y volverle a
encontrar, aquel corazón apasionado arde y palpita. ¡Fedra
declara a su amado lo mucho que le adora!, y tiene en su voz
entonces trémulas vibraciones de arpa herida. Pero Hipólito
la escucha como una estatua de piedra. Ante aquella frialdad
y aquella crudeza, Fedra se revuelve, se agita con las
convulsiones del frenesí; los celos la muerden como
serpientes irritadas; y, loca, arrebatada, vuela en busca de
sus viejos amantes.*



** * **






*Sarah Bernhardt ha hecho una Fedra como sólo ella lo puede.*
*Ella ha demostrado cómo es reina del teatro vistiendo la
bata de Margarita, la falda lujosa de Fedora, el traje de
Frou-Frou y el peplo griego. Y así como su cuerpo se ajusta
a todos los caprichos del vestir, así como su pie calza
igualmente el zapato sedoso de los tiempo de Luis
decimoquinto, y el alto coturno de antiguas edades, su
talento se acomoda a todas las expresiones del ingenio
humano; y así declama la prosa rica y las estrofas áureas de
autores modernos, como las estancias del elegante Racine.
¡Gran trágica es Sarah Bernhardt!*
*Tal la hemos visto en Fedra, que juzgarnos en su rostro,
superpuesta la máscara simbólica de la tragedia antigua.*
 
Ruben Dario © Dra. Gloria M. Sánchez de Norris Yoyita
 

 


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