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Manuel Acu�a

Nocturno a Rosario Ante un cadaver

Nocturno a Rosario


�Pues bien!, yo necesito decirte que te adoro,
decirte que te quiero con todo el coraz�n;
que es mucho lo que sufro, que es mucho lo que lloro,
que ya no puedo tanto, y al grito en que te imploro,
te imploro y te hablo en nombre de mi �ltima ilusi�n.

Yo quiero que t� sepas que ya hace muchos d�as
estoy enfermo y p�lido de tanto no dormir;
que est�n mis noches negras, tan negras y sombr�as,
que ya se han muerto todas las esperanzas m�as,
que ya no s� ni d�nde se alzaba el porvenir.

De noche, cuando pongo mis sienes en la almohada
y hacia otro mundo quiero mi esp�ritu volver,
camino mucho, mucho, y al fin de la jornada,
las formas de mi madre se pierden en la nada,
y t� de nuevo vuelves en mi alma a aparecer.

Comprendo que tus besos jam�s han de ser m�os,
comprendo que en tus ojos no me he de ver jam�s;
y te amo y en mis locos y ardientes desvar�os,
bendigo tus desdenes, adoro tus desv�os,
y en vez de amarte menos te quiero mucho m�s.

A veces pienso en darte mi eterna despedida,
borrarte en mis recuerdos y huir de esta pasi�n;
mas si es en vano todo y el alma no te olvida,
�qu� quieres t� que yo haga, pedazo de mi vida,
qu� quieres t� que yo haga con este coraz�n?

Y luego que ya estaba concluido en el santuario,
tu l�mpara encendida, tu velo en el altar,
el sol de la ma�ana detr�s del campanario,
chispeando las antorchas, humeando el incensario,
y abierta all� a lo lejos la puerta del hogar...

�Qu� hermoso hubiera sido vivir bajo aquel techo,
los dos unidos siempre y am�ndonos los dos;
t� siempre enamorada, yo siempre satisfecho,
los dos una sola alma, los dos un solo pecho,
y en medio de nosotros mi madre como un Dios!

�Fig�rate qu� hermosas las horas de esa vida!
�Qu� dulce y bello el viaje por una tierra as�!
Y yo so�aba en eso, mi santa prometida;
y al delirar en eso con alma estremecida,
pensaba yo en ser bueno por ti, no m�s por ti.

Bien sabe Dios que ese era mi m�s hermoso sue�o,
mi af�n y mi esperanza, mi dicha y mi placer;
�bien sabe Dios que en nada cifraba yo mi empe�o,
sino en amarte mucho en el hogar risue�o
que me envolvi� en sus besos cuando me vio nacer!

Esa era mi esperanza... mas ya que a sus fulgores
se opone el hondo abismo que existe entre los dos,
�adi�s por la vez �ltima, amor de mis amores;
la luz de mis tinieblas, la esencia de mis flores;
mi lira de poeta,mi juventud, adi�s!

�
Manuel Acuña
© Dra. Gloria M. Sánchez de Norris "Yoyita"
 
 




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