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La Batalla de San Jacinto
1856


Batalla de San Jacinto
La pedrada de Andrés Castro
 

La Batalla de San Jacinto ocurre el 14 de septiembre de 1856 en la Hacienda San Jacinto, un lugar montañoso 32 kilómetros al norte de Managua, entre 120 soldados nicaragüenses y 60 flecheros Matagalpinos comandados por el entonces Coronel José Dolores Estrada, contra más de 300 filibusteros comandados por Byron Cole, los cuales fueron derrocados por la valentía de los patriotas nacionales.

En esta hacienda tuvo efecto una de las batallas más importantes de la historia contemporánea de Nicaragua conocida como Guerra Nacional de 1854-1856, donde se destaca el heroísmo del ejercito de Nicaragua. Durante este período se realizó la Batalla de San Jacinto el 14 de septiembre de 1856.

La batalla de San Jacinto fue una de las más cruentas que registra la historia de Nicaragua, en la que fueron derrotados los filibusteros norteamericanos de William Walker, quien pretendía gobernar Centroamérica.

Las bajas de los nicaragüenses en esa batalla fueron 38 entre muertos y heridos, mientras que los filibusteros sufrieron 35 muertos y decenas de heridos.

La Guerra Nacional es el período de lucha que empieza en 1854. Ese año don Fruto Chamorro, director Supremo de Nicaragua convoca a una asamblea constituyente y deroga la constitución de 1838 cambiando el nombre titular del poder ejecutivo que era director Supremo y que se elegía cada dos años, al del Presidente de la República, el cual perduraría por 4 años en el cargo.

Los adversarios políticos de Chamorro, comandados por Máximo Jerez, organizan una revolución desde Honduras la que estalla el 5 de Marzo de 1854, los adeptos de Chamorro toman el nombre de Legitimistas y la fracción contraria con el nombre de Democráticos, con Francisco Castellón como Director provisorio, mantienen su decisión de no aceptar la nueva constitución y en 1855 firma el trágico contrato con Byron Cole permitiendo la entrada de los Norteamericanos en Nicaragua.

En 1856, desembarcó en el Puerto El Realejo, hoy Corinto, William Walter y sus soldados. Walter pretendía adueñarse del país e imponer un régimen esclavista, posesionándose de la compañía de la ruta interoceánica. Los legitimistas se percatan de su grave error al permitir la entrada de los filibusteros; y el 12 de septiembre de 1856, democráticos y legitimistas firman un acuerdo llamado “Pacto de los partidos”, para expulsar a los filibusteros del país.

El 23 de octubre de 1855 – diez días después de la toma de Granada -, William Walker y Ponciano Corral, Comandante General de Armas del ejército conservador, armaron un trato de paz, en el cual también nombraban Presidente de la República a Patricio Rivas. “Para conservar a todo trance la dignidad y soberanía de la República”, Patricio Rivas trasladó la sede del Gobierno a Chinandega.
El 22 de enero de 1856 emitió un Decreto declarando traidor a Walker, por su decisión de arrebatar el poder público en beneficio personal y de sus allegados.
El Presidente de Estados Unidos, Gral. Franklin Pierce publicó una proclama prohibiendo que cualquier norteamericano tomara parte en las expediciones de W. Walker.

El combate de San Jacinto fue el resultado de seis meses de resistencia al filibusterismo del “Ejército del Septentrión”, organizada en Chontales y el Norte del país por los jefes, oficiales y tropas legitimistas, quienes declararon en Matagalpa, el 20 de abril de 1856, estar dispuestos “a sostener, hasta derramar la última gota de sangre, la independencia nacional”

La batalla de San Jacinto, constituye uno de los hechos mas trascendentales de la guerra nacional contra Walker, apoyada por militares centroamericanos, posterior a la independencia de Centroamérica de España el 15 de septiembre de 1821.&

Walter envía a Byron Cole, con un total de 300 hombres En la madrugada del 14 de septiembre Byron Cole decide atacar a las fuerzas asentada en el sitio; dividiéndose en tres columnas de 100, una al frente, otra por la izquierda y la última por la derecha.

Tras cuatro horas de combate, los ánimos enardecidos y la sangre de los caídos, se encendió la furia nativa y sumado al contingente de indios flecheros que llegaron de Matagalpa a apoyar la lucha. Crean el descontrol en el enemigo y huyen. Los filibusteros son perseguidos y alcanzados. En esa persecución logran darle alcance a Byron Cole, quien en manos justiciera del Cabo Primero Faustino Sarmiento es asesinado.

Como consecuencia de la batalla se dio la primera derrota al filibustero en América Latina, la Defensa de la Soberanía Nacional, y la creación de condiciones para la formación del Estado Nacional.

La gesta de San Jacinto perdura en la memoria de los nicaragüenses y su principal héroe —“Tata Lolo” Estrada, entonces de 65 años— se ha glorificado. En Masaya fue recibido bajo un triunfal arco de flores el 6 de octubre de 1856. El gobierno de Nicaragua lo nombró General de Brigada el 25 de julio de 1857 y los Guatemala, El Salvador y Costa Rica le otorgaron condecoraciones en 1858.
Dos años después, unos amigos iniciaron en Managua la conmemoración de la batalla, mediante suscripción pública; y en 1861 ya se celebraba el 14 y el 15 de septiembre en Granada “con el júbilo digno de tan grandiosos recuerdos”. Durante el paseo callejero con música, se pronunció este brindis en verso:

Al invicto General
Que en su luciente acero
Enseñó al filibustero
Lo que es la Libertad;
Dediquemos esta fiesta
En ese día de gloria
Y que dure su memoria
Por toda la eternidad.

La casa hacienda fue construida en 1841, tiene un área de 450 M2, y fue propiedad de don Miguel Bolaños. En 1956 fue restaurada con motivo de la celebración del primer centenario de la batalla, declarada Monumento Nacional. En 1980 fue restaurada por la Dirección de Patrimonio Cultural. En 1991 es nuevamente restaurada y renovada la exposición del Museo.



La religión de nuestras instituciones y del honor y bienestar de nuestras familias. Por desgracia carezco de conocimientos en el arte de la guerra; pero tengo un corazón que es todo de mi patria, y resuelto estoy a sacrificarle en sus sacrosantas aras. En los riesgos y penalidades de la guerra, siempre estará con vosotros y por vosotros vuestro compafiero y amigo".

José Dolores Estrada
Comandante de la Fuerza Expedicionaria

Jose Dolores Estrada
General José Dolores Estrada Vado
William Walker Walker execution site

COMBATIENTES DE SAN JACINTO

Dentro de los 160 hombres que dice José Dolores Estrada pelearon en esta memorable acción, se recuerdan los siguientes:

(+) MUERTOS

  • 1.- Mayor Francisco Sacasa — granadino
  • 2.- Teniente Salvador Bolaños — masaya
  • 3.- Sub-teniente Ignacio Jarquín — segoviano
  • 4.- Sub-teniente Francisco López Blanco — managua
  • 5.- Sub-teniente Dolores Chiquitín — diriomeño
  • 6.- Sargento Francisco López Negro — managua
  • 7.- Sargento Estanislao Morales — masaya
  • 8.- Cabo Jerónimo Rocha (Cabeza de Palo) — managua
  • 9.- Raso Florentín Ruiz — tipitapa
  • 10.- Sargento José Araya
  • HERIDOS

  • 1.- Capitán Carlos Alegría — masaya
  • 2.- Capitán Francisco Avilés — managua
  • 3.- Teniente Abelardo Vega — masaya
  • 4.- Teniente Luciano Miranda — masaya
  • 5.- Teniente José Ciero — masaya
  • 6.- Teniente Manuel Marenco — masaya
  • 7.- Sargento ANDRES CASTRO — managua
  • OTROS COMBATIENTES

  • 1.- Tnte. Cnel. Patricio Centeno
  • 2.- Cptán. Liberato Cisne
  • 3.- Cptán. Francisco de Dios Avilés
  • 4.- Cptán. Crescencio Urbina
  • 5.- Cptán. Bartolo Sandoval
  • 6.- Tnte. Adán Solís
  • 7.- Tnte. Miguel Vélez
  • 8.- Tnte. Alejandro Eva
  • 9.- Tnte. José Luis Coronel
  • 10.- Sbtnte. Juan Fonseca
  • 11.- Sgto. Macedonio García
  • 12.- Sgto. Vicente Vijil
  • 13.- Sgto. Manuel Paredes
  • 14.- Sgto. Francisco Espada
  • 15.- Sgto. Catarino Rodríguez
  • 16.- Sgto. Francisco Gómez
  • 17.- Cabo Faustino Calderón
  • 18.- Cabo Julián Artola
  • 19.- Venancio Zaragoza
  • 20.- Juan Espada
  • 21.- Ceferino González
  • 22.- Joaquín Castillo
  • 23.- Juan (albañil)
  • 24.- Trinidad Cubero
  • 25.- Basilio Lezama
  • 26.- Catarino Pavón
  • 27.- Cayetano Bravo (Ochomogo)
  • 28.- Desiderio (sastre)
  • 29.- Adán Urbina
  • 30.- Espiridión Galeano
  •  

    Relato y parte de guerra contada por el Mayor General Carlos Alegría.

    Al amanecer del memorable 14, me encontraba convaleciendo en una casa contigua a la hacienda; los gritos, las descargas, el correr de las bestias y el llegar de los heridos y muertos, me hizo levantarme de la grave postración, pero sólo llegué a San Jacinto a lamentar tanto estrago dentro de mis compañeros y amigos.

    Después de una hora de terrible y mortal lucha, cuando ya habían caído muertos y heridos varios de nuestros principales oficiales, que no se podía atravesar el patio ni salir de la casa sin caer muerto por tener los filibusteros tomada la línea frente a los corrales, se juntaron en la puerta norte del mismo corral, los capitanes Liberato Cisne, Bartolomé Sandoval, teniente José Ciero, Manuel Marenco, Miguel Vélez, Sargento Estanislao Morales, Francisco López (segoviano) y el Cabo Rocha (Cabeza de Palo).

    He aquí la discusión en la mortífera y terrible batalla, junto allí dijo Cisne: “Piquemos la retaguardia”. “Carguemos, contestó Bartolo”.

    Y no ha dilatado mi relato por la corta distancia que mediaba por tener los yankees la bayoneta de estos héroes sobre las espaldas. Semejante audacia causó espanto a aquellos bucaneros, y corrieron despavoridos sobre el abra donde pagaron con sus vidas semejante atrevimiento.

    Nos atacaron con un rigor desmedido por el flanco izquierdo, sureste del corral de madera, en donde Managua el Mayor Francisco Sacasa y el teniente Salvador Bolaños y allí estaba yo, junto con mi grupo de granadinos, incluso Joaquín Castillo con managuas y masayas.

    Se peleaba casi cuerpo a cuerpo, porque faltaba parque y entonces arrojábamos piedras pero el que hizo más estragos fue un managua de apellido Castro, osado y fuerte, quien le lanzó una piedra un poco más grande y pesada que una bola de billar y la arrojó con todas sus ganas, lleno de un coraje extraordinario, al yankee en el lado de la frente por la izquierda, de tal modo que el filibustero quedó un instante a ahorcajadas, inclinado hacia atrás, tambaleándose sobre la cerca de madera, cayendo inmediatamente después moribundo dentro de la trinchera.

    No se imagina, decía don Cayetano, que el entusiasmo fue tan grande que reventó una gritería estrepitosa, pero como no había parque, peleamos cuerpo a cuerpo y con piedras, yo mismo y compañeros tiramos muchas como balas.

    Sin embargo, los filibusteros avanzaban más y más porque tenían todo en abundancia y por eso los nuestros comenzaban a buscar refugio en la Casa Hacienda, siendo el 1ro. un oficial Zaragoza con los suyos, después de estar firmes como una 2da. muralla detrás de la trinchera.

    Ese estado fue terrible, pues ya estaban algunos en los corredores de la Casa-Hacienda y entonces el General Estrada, con un coraje muy grande, gritó para sostener el punto a varios militares que ya estaban entre la casa y el corral, entre ellos los capitanes Vélez, Solís y otros para contener la embestida hasta morir como fue mandado.

    Y así se hizo, dando nuevas órdenes inmediatas al mismo tiempo para contra atacar por retaguardia o flanqueo a los filbusteros, saliendo los nuestros por detrás de la Casa-Hacienda y dieron la vuelta como guerrillas por un lugar montañoso que nos los vieron hasta el momento de caerles encima a los atacantes, que sorprendidos y cayendo por el empuje de los nuestros, se retiraron corriendo, desgranándose como mazorcas, en momentos que ocurrió, como cosa inesperada, la irrupción de unos potros y de unas yeguas, que corrieron estrepitosamente sobre ellos.

    Asustadas las bestias por tantos ruidos de tiros y de los gritos que oyeron, quebraron piernas y brazos e hicieron huir, en una sola estampida, a los demás que podían correr.

    No había necesidad de este auxilio porque la victoria la teníamos en la mano, pero como siempre se agradece a la providencia de Dios, que quiso ahorrar sangre nicaragüense, tan sufrida.

    Abandonaron sus lugares para exponerse siempre a los peligros, haciendo lujo de las intemperies, expusieron sus vidas en ofrendas a las libertades conculcadas y por salvar a su Patria que se hallaba enteramente en poder del filibustero. La hubieran dado cuantas veces se las hubieran pedido.

    Son los únicos que pueden llevar en altos pedestales el nombre de héroes, porque también son los únicos que han luchado cuerpo a cuerpo con la mortífera arma de presión civilizada.

    Son los primeros en América del Centro que como David han triunfado hasta con las piedras.

    Mayor General — Carlos Alegría (14 de septiembre de 1886)

    A treinta años de San Jacinto

    ¡¡¡Viva Nicaragua!!!

    ¡¡¡Viva la Patria!!!

    Muy poco se escribió sobre estos Héroes de San Jacinto. En el caso de Andrés Castro Estrada se conoce que tenía 24 años cuando combatió en San Jacinto.

    Castro Estrada era trigueño, bajo, delgado y agricultor. Sus padres, presuntamente originarios de Tipitapa, eran: Regino Castro y Javiera Estrada, cuyo destino no se conoce para nada porque casi nada se escribió sobre ellos.

    En el caso del propio Andrés Castro Estrada se ha dicho que murió asesinado en una cantina de Tipitapa. Presuntamente lo mataron por asuntos pasionales, lo cual no es confirmado.

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    Los diablitos
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    El baile de las inditas
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    La Gigantona
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    El Toro huaco
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    El viejo y la vieja
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    La Batalla de San Jacinto, Nicaragua, Derechos Reservados 1976-2013 ©  Dra. Gloria M. Sanchez Zeledon de Norris. Presione aqui    para comunicarse con la artista



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