Arte Nicarag�ense

Dr. Mario Román V., Palalán

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Marco Gonzalez Garland

El legítimo


El calor sofocante de la canícula de agosto ayudaba a sentir más áspera la sequía, más ardiente, infernal;  con una camisola agujereada y un pantalón parcheado, montaña adentro Carlos Urena recordaba:

En abril, el humo de las quemas tenía los rayos del sol de un amarillo mortecino, dando al ambiente mucha tristeza; por las noches los fuegos en las laderas de las lomas parecían nacimientos y, la Luna llena se pintaba del color de los ocasos.

Los "malos augurios" se veían venir por doquiera, no uno ponía atención.
Los campos quemados fueron arados tempranamente esperando las primeras lluvias y las siembras de primera, mas los "malos augurios" estaban a la vista. Las golondrinas seguían volando alto; las Salta piñuelas indiferentes hacían sus nidos ya fuera lado arriba o lado abajo de los cercos de Pinuelas; las Arañas en las quebradas tejían sus telas a ras del suelo; para colmo de males, el esperado cardume anual no se vio en las costas de Tupilapa, Tecomapa, Tulalinga y ni en la Veracruz de Acayo; unos cuantos peces salieron en la Boca Grande; algunos alcatraces y gaviotas volaron frente al Mogote y el Astillero.
Desde la Loma de Bartolo, en la lejanía se podían ver los pájaros y, el mar como si estuviere hirviendo de tantos peces que saltaban; a lo largo de la costa ni siquiera una sardina salio; el viento del sur era frió y seco, otro" mal augurio".
Los conocedores, los que habían recibido la tradición, los videntes, ya habían visto venir la gran sequía, aunque ellos la anunciaron todos se hicieron oídos sordos y, muchos se burlaron de ellos.

Recordaba que ese año los Maderos florecieron tarde, los Muñecos tempranamente y las Ceibas no tiraron gato. Este tiempo esta completamente loco, se decía Carlos.
Para las fiestas de San Marcos ni siquiera se nublo el cielo, en el horizonte unas cuantas nubes negras se vieron volar llevadas por el viento como barriletes reventados.

Entro Mayo lleno de esperanzas, pero fue mas seco que lengua de engomado o teja al sol; En las colmenas los Jicotes y Chipazas se afanaban sin éxito, las Nalgas de Vieja estaban más arrugadas que nunca, no habría miel.

Con profunda tristeza recordaba la última buena comida que había hecho, ya hacia dos años, fue en Huehuete el tres de Mayo para la fiesta de la Santa Cruz, de la Vera Cruz.

Su compadre Simeón Parrales fue el mayordomo de la fiesta de la Cruz, que para unos era borrachera, prostitucion, infamia; para otros la única oportunidad de manifestar públicamente su fe; el último contacto con el cura y hasta el otro año. Fueron días de comilonas y bailes.

Los que esperaban lluvias, vieron frustradas sus ilusiones, no llovió ni una gota en todo el mes, los que sembraron de primera confiando en las lluvias, perdieron simiente, tiempo y dinero.

Entro Junio y con el las fiestas de San Antonio, buen tiempo para una siembra de arroz, pero, igual de seco, caluroso, de un sol ardiente como horno; los días como la esperanza de lluvia se fueron con el viento y el polvo.


El dicho del pueblo va así: "Haga bien o haga mal, por Santiago yoltamal", ! Quedo mal!

Julio mes de color, de fiestas y estrenos, de tibones que domar, de cabezas rapadas al guacal, brillantes de vaselina; de caballos pifiando y bailando al son de los chicheros; de toros y cohetes, de novias y alegría.

Como en el cuento de Pablo Antonio, los campesinos de diez en diez, de cien en cien, de mil en mil…con el hambre en sus caras enjutas cual mascaras de "quirinas", subían al pueblo para la fiesta de Santiago, venían dis que ha pagar una manda, en verdad para saciar el hambre, para comer algo en las velas y alboradas, a comer frito, buñuelos, guisos, cabeza de chancho y llevarse de pasada algunos pindongos.

La multitud que asistió a la procesión fue el reflejo de las necesidades del pueblo y, mas aun, de su fe; diablitos, inditas y caballeros, macho ratones, por cienes llenaban las calles dando muestras de su fe y amor a los Patrones Santiago, El desnudo y San Marcos; los tres Hombres, como ellos les decían se toparían en Dolores como lo habían estado haciendo por varias centurias

El pueblo creía que solamente" Ellos", los tres, podrían lograr hacer que lloviera, solamente Ellos evitarían que los campesinos mal vendieran sus posesiones.
Carlos ya lo tenia planeado, animal que diera muestras de estar enflaqueciendo iría directo a la olla, el no le haría la bolsa a algún jueputa vividor.

Invierno de sol, sol de sequía, bomba atómica del medio día, Viva Chago, Viva el Desnudo, Viva Marquitos, sol y más sol, cuadras y mas cuadras de promesantes de rodillas, cuadras tenidas de sangre; Vía crucis del pueblo, camino de fe, camino de sangre que se hace oración.

Llego la octava, con ella la dejada de los santos; ya no mas por el camino del Cacique, ahora por la Panamericana; los campesinos se fueron por sus caminos de tierra, por sus quebradas y arroyos, volvían al yermo.

Entro Agosto, agostando las pocas hojas verdes que quedaban; Los pozos se comenzaron a secar, había que añadir mas mecate para llegar al fondo y sacar algo de agua y arena o, agua y barro; después les toco el turno a los ojos de agua, estaban señalados por infinidad de huellas de animales; por ultimo fueron las vertientes de los ríos, las cabeceras, algunas de ellas mas parecían miadas de buey que ríos.

Los Congos, Caras blancas, Mapachines, Pisotes, Panchonas y más, se acercaban a las saleras del ganado para chuparlas y así satisfacer su vehemente deseo de agua. Casi todo el ganado permanecía en las montanas comiendo hojas secas, algunos no tenían fuerzas y morían serenamente; otros se acercaban a los corrales, buscando la querencia y ahí morían; los únicos gananciosos en semejante desolación era los zopilotes, brincando entre los cacastes, entre aquella tufalera bailaban de estricta etiqueta el valet de la muerte, tan artos estaban que no podían volar y a saltos se alejaban a regurgitar.

Entre dos lomas, en una planicie inclinada hacia el Camino Real, estaba el rancho de los Urena Gutierrez. Este tenia techo de tejas en una medianera, paja en el resto; la parte entejada estaba forrada a los lados con tablas de pochote serruchadas a mano, sin pulir, encaladas por fuera; revestidas con paginas a colores de revistas en Ingles por dentro; el fogón y el molendero, junto con el comedor, en la parte de paja; estaba forrada por tres lados con troncos de Guarumos amarrados a los horcones con bejucos.

El frente abierto al Camino Real. Un poco al lado se veía sobre cuatro troncos un horno de barro, cansado del trabajo de su vida, que el tiempo había ido desnudando, enseñaba avergonzado sus intimidades de ladrillos de barro, tejas quebradas y cantos rodados; Todo el estaba protegido contra la lluvia por unas laminas de metal que dejaban ver el cielo por los agujeros, hacia mas de un año que no se usaba.

Dos alamedas de almendros secos, enseñando sus esqueletos de paraguas sin hojas, hacían callejón hasta la puerta de golpe que da al Camino Real.

Detrás de la casa estaba el Pon Pon, a un lado de este, un árbol de jícaras inclinado lado del viento, multifamiliar de las gallinas y otras aves; como a diez varas una enramada que otrora fue guatera, nido de gallinas y palomas ahora solo varazon, junto a esta.

Estaba la troje, un rancho de zacate, techo alto y puntudo; cuatro jicotes flanqueaban sus costados; lado abajo un tronco de Guanacaste hueco. Ahí se guardaba el millón; al lado dos canoas, comederos de chanchos, patos y otros no invitados; colgando de unos ganchos habían albardas, peleros, riendas y mecates, en fin todos los aperos; un arado de vara estaba recostado lado arriba; haciendo cerco había una alameda de jocotes tronadores que separaban el tacotal.

El lugar de reunión de la familia era un patio-terraplén, en el frente y junto a la casa; el piso de color gris por tanta ceniza usada para hacerlo, limitado a los lados por tres troncos acostados mantenidos en el lugar con estacas de Chaperno; techo de sol y estrellas; seis taburetes blancos, pulidos a fuer de hojachigue y ceniza, forrados con cuero crudo, pelo arriba; además habían cuatro mecedoras con adornos amarillos. Allí se concertaban bautizos y bodas, se nombraban padrinos, se planeaban tiradas y perreadas, sacas de miel e iguaneadas, en fin todo asunto importante, dependiendo del tiempo se acompañaba de café o tibio peloteado.

Algunas veces se bailaba al son de guitarras de Talalate y un violín hecho de una sola pieza de pochote, Al compás de chicharras y cantos de ranas, con la camándula se rezaba por el difunto.

También allí se contaban historias como:" el hombrecito montado en el viento que…"o "de las luces rojas como pelotas, enormes"; "de estrellas que bailaban en el cielo" y esas son otras historias.

En el terraplén con techo de estrellas, a la luz de una lámpara de carburo, estaba reunida la familia hablando que deberían hacer para poner remedio a esa terrible situación que estaban viviendo, cada uno expresaba su opinión, las mujeres de acuerdo en irse a la ciudad a trabajar de empleadas de adentro, lo que ganaran lo mandarían a la casa para los niños. Los hombres alegaban que eran ellos los que deberían irse a San Antonio o Montelimar a trabajar en la zafra de cana, solamente Carlos no hablaba, estaba como ido viendo a las estrellas; la luz del candil hacia resaltar las prematuras arrugas de su cara, surcos de un arado invisible que sembró la tristeza y el desaliento; se hizo un silencio alcahuete de los ruidos de la noche.” Lo que yo voy hacer si no llueve para las fiestas patrias, es llamar al mero Negro, al Patecabra”. Todos se miraron y sin decir una sola palabra abandonaron el local, se fueron dis que a dormir.

Los campesinos tenían puestas sus esperanzas en la mengua," va lloverá pala mengua" se decían unos a los otros; La siguiente semana sin luna el cielo como queriendo dar crédito a las esperanzas se cubría por las tardes de nubes negras que se levantaban lado arriba y el viento se las llevaba lado abajo si soltar una sola gota; Ya va para dos años que no veían levantarse muñecos, heraldos de tormenta; ni el cerro se amarraba la cabeza; mas la esperanza no se perdía, los" Meros Meros" nos harán el milagro.

Toda la semana fue de amagos, los clarineros sobre los caballetes apuntaban con su pico al cielo, sonando el clarín y bailando, imploraban agua; las nubes en burlona carrera se desgajaban hacia el mar soltando ahí su carga; desde las alturas los campesinos veían los aguaceros sobre el mar; Lado arriba, después de la puesta del sol, se vio la luna tierna como una pestaña de plata que dejara el sol.

Con los días, la luna fue creciendo la esperanza que ahora era en la llena; las nubes seguían su viaje al mar. Los primeros aires fríos del norte se dejaron sentir colándose entre las rendijas del rancho, silbando a veces.

Cressendos y otras veces pianos; entro Septiembre, y montado en ancas el frío, así entro el mes de las Fiestas Patrias.

Fiestas celebrando libertad, liberación del gringo opresor, dijeron los guerrilleros; guerra entre hermanos; Fiestas Patrias que conmemoran guerras y mas guerras; pero la guerra contra el hambre la tenia que luchar cada uno, y la guerra contra…

Otrora, cuando los campesinos tenían cosechas y algunos reales ellos aprovechaban para ir al pueblo y hacer algunas mercas, las fiestas patrias eran para ellos como oír llover en temporal.

El 16, muy de madrugada Carlos se fue hacia el pueblo montado en la yegua panda; en la alforja llevaba una gallina chambulona, la vendería para comprar lo indispensable del campesino: hilo, gas, azúcar y café, además la otra cosa que tenia en mentes; Llego al pueblo cuando los lecheros al son de pichingas lecheras vacías regresaban a las lecherías; en casa de su compadre se desmonto, amarro la yegua en una de las argollas de hierro que estaban empotradas en la cuneta y entro diciendo en voz alta:

Guenoj día, tel compadre?

-guenoj.

Le contestaron de adentro, salio una niña, le dijo, pase don Carlo, acontinuacion grito, mama, aquista el padrino de Tolentino, don Carlo, pase sientee, mi mama ya viene; Apareció dona Maria, la comadre, una sonrisa franca, acogedora, iluminaba su cara redonda llena de alegría, dándole la bienvenida camino donde el tendiendo la mano que recién había secado en el delantal.

-Compadre, dichoso lo ojo que le ven.

-Carlos adelantándose le extendió la mano para solamente tocar la punta de la de ella, y dijo- majomenos todo ta bien'

-Y quiandaciendo- ve Maria tríale un chinguelado al compadre, debestar muertoese, ponele yelo muchacha, sinoay vecompraralgo ondela Vilma, abrevia muchachaa, abrevia-y sin hacer pausa se volteo hacia el compadre preguntándole. Aquiora salio.

-A launa, noemolejte conelfreeco, un poco e café mejor.

-Pero si noemolejtia- ve niña novayas por el yelo, traile una tasaecafe- Se va quedar comer verda.

-Puej si, pero primero buiraser uno mandado y luegoaivengo.

-Hay vaverquialegron elde Julián iel niño cuando lo veyan.

-Quesiso el compadre.

-Pos haynomas anda mercando madera parun rumbo questasiendo, nodemora.

El café se lo trajeron en una taza de china adornada con flores rojas y azules sobre una escudilla con el mismo adorno, el humeante café y las rosquillas; Teresenas, estaban apetitosas, comenzó a comer y beber oyendo a la comadre quien no paraba de hablar, el solamente movía la cabeza y decía  uju, uju, la comida le dio nuevas energías que tanto necesitaba, cuando termino de comer le dijo:

-Veya compadre en lo ultimo mese todoe ma caro, siesa gallina tagorda puesacar plata.

- tagorda? Yencuanto lavadar

-Tara gueno en veinte.?

-Señemela compadre.

Carlos se levanto y camino donde la yegua, desato la alforja y tomo la gallina la cual tenia cresta y paperas moradas y abriendo el pico en cada respiración trataba de refrescarse, le llevo la gallina, ella entendida en la materia la cogio, metiendo sus manos entre las piernas de la pájara, con la otra mano le cubrió las alas, la sopeso balanceándola de arriba abajo, esto lo hizo tres veces y luego dijo.

-Ta bien gorda, valema.

-Pa luegoetarde, mi voy.

-Veya compadre io ledoi treinta.

-Tratoecho.

Y en recibiendo el dinero se fue al mercado, luego que hizo las compras, camino rumbo a la zacatera, pasando la ultima calle entro al Camino Real, al poco andar la Cruz de Toledo y un poquito mas adelante el Convento, pasado el Convento de las niñas Román se metió dentro del cafetal, buscaba a la bruja la Rosa Fuego, la mera mera del pueblo y por demás barata.

Era un rancho de paja, negro de contil, forrado con Canas; en la puerta estaba la vieja bruja, semejante a una arpía Dantesca al acecho, oscura de suciedad y color, arrugada, el cabello como hisopo, las manos correosas terminaban en unos dedos cual cabezas de víboras coronados por unas garras llenas de mugre; por vestido un ropón de color indefinido, siendo manifiestas unas manchas grasosas a la altura de las caderas, estaba calzada con caites de suela de llanta.

-Carlos con mucho miedo le pregunto: Aquiej onde laaa Juego ?

Que querejjjss, el aire salia del agujero-boca y hacia vibrar el único diente que tenia.

-Pue miriiuste, toi aquí paque mede un consejo.

-Shegun loquesyia.

-E…queio…gueio…la verda e que io quieroablar con el mero negro y ute me puede decir como.

-Ve niño, esuej pahombre, voj paresse pendejo.

-No lo creya.

-ipaquequeresabee.

-Pueeso e cosa miya.

-Telovoa dicir, dame ssinco bolas.

-Por la plata no queda, aitan.

-Oyi bien, los ojos de la bruja brillaron al ver la plata; una mueca que quiso ser sonrisa le arrugo mas la cara: “Un vierness cuando noaiga luna, bajun chilamate oun ceibomacho a lajss merajss dosse de la noshe tedenudaj todito y ponee en el ssuelo una piedra de ara, una de rayo y cuatro cirio de sseboemuerto ienssima ponej unesstilla de lacruu verede quejta en lentrada deliglesia, tiarrodillaa y tellamas tress veesses, lueguito dissis lorassion e sanerasmo, desspuej decíss ladelass palmaj y porultimo dela esstrellas, ensendess un chlicagre y dissis diablos patrones hasse que venga SSatanas. alratitova tar enfrente, noletengas miedo I noleables hassta que diga tunombre. ainomas hasseltrato I pedi lo que queras.

-Iondencuentro todueso.

-Pue en Diria.

Saco un pañuelo floreado arrugado, se seco el sudor de la cara dio vuelta y se fue como perro con miedo renquendo con una pata tiesa. Por el camino pensaba como podría ir a Diria o Diriomo y con que pagar todo lo que la bruja le dijo, así se fue para donde el compadre.

Se había vuelto taciturno, escurridizo hasta de su propia gente; no daba los ojos cuando llegaba a platicar con alguien; casi no comía, fumaba mucho; después de varios días decidió ir a los pueblos.

Muy de mañana se levanto con frío en los huesos y en el alma y camino para donde los brujos, los maistros de los maistros; no sintió el viaje, cuando se percato ya había llegado al pueblo, camino desorientado por un buen rato, encontró un borrachito saliendo de una cantina al que pregunto en donde podría encontrar un brujo.

-En cualquier casa que golpee, aquí todos son brujos o cantineros.

-Yoando buscando uno bueno, el mejor.

-Todos son buenos.

-Quieroel mejor, mentiendose la mano el la bolsa le dio un peso al picadito.

-Camine doj cuadraj pabajo iunalisquierda aita lombre; se fue caminando sin prisa, casi contando los pasos, la direccion era una casa vieja, de tejas y aleros de zinc, forrada con madera y pintada en azul de Prusia y Blanco, la puerta abierta. Entro dando los buenos días, a su encuentro salio un viejo de color oscuro con una camisa de seda amarilla, sin cuello y tanto la abotonadura como las mancuernillas eran de oro puro, pantalones de casimir negros y una leontina de oro de la faja a la bolsa, zapatos de charol negros, lo que mas le llamo la atención fue el color del pelo del brujo, una mezcla de lila y rosado que contrastaba con los bigotes negros.

Con voz fuerte le pregunto: Que desea joven

-Pue verauste…y le dijo su necesidad y cuanto le costaría, después de hablar un rato, hicieron trato dándose las manos, le indico se sentara a esperar

Una hora después apareció el brujo con un paquete envuelto en periódicos y amarrado con burrillos; viole el paquete y deseándole buena suerte se despidió de el; con su paquete bajo el brazo camino hacia la carretera, se subió en el primer bus que paso.

Llego al anochecer, sin decir palabras se fue directo al baúl color añil, lo abrió, metió el paquete y cerro con llave, luego fue a la tinaja saco agua con una jícara y la bebió, se enjuago la boca con el ultimo trago el cual tiro al patio, se fue a miar y luego a dormir.

El tiempo seguía igual, frío y ventoso, las negras nubes pasaban rápidas como palomas en los trigales; los días era pesados y largos; las noches tediosas, áridas; se despertaba cubierto de sudor y se levantaba cansado, tirisiento.

En el rancho ninguno de ellos le hablaban salvo que el les dirigiera la palabra; desayunaba todos los días café amargo acompañado de un Valencia, luego de dar vueltas por la casa como perro para echarse, salia para el monte, regresaba con la puesta del sol, mayate el color, sudoroso como tinaja, tomaba café acompañado del consabido Valencia y se acostaba.

Viernes, Viernes reviernes, día del trato, al fin llego; la noche anterior no se quedo quieto en la tijera, la hacia crujir con cada cambio de posición; se levanto alegre, silbando, tomo café y el consabido Valencia, se fue para el monte. Al atardecer apareció con un gran panal goteando miel; se sentó entre los suyos a platicar, a eso de las siete hizo viaje para su tijera; un poco después los gallos cantaron, el con afán de lo que haría no se percato de ello.

A las once, lo más callado que pudo se levanto, cogio el paquete envuelto con periódicos y se fue al campo, listo para el terrífico encuentro, a su cita con la eternidad.

Era una noche de truenos, totalmente negra, tan negra como la noche en que se perdió la chancha de la tía Lacha, de vez en cuando un relámpago rompía las tinieblas e iluminaba con argentina luz el desolado potrero. El trueno, hermano gemelo del relámpago llenaba con sonoros ruidos todos los alrededores, oyéndose mas fuerte cuando hacia eco en las lomas y arboledas, el pecho de Carlos vibraba, el, caminaba lentamente viendo para todos lados, tratando de orientarse entre luz y luz, buscaba el chilamate esquinero del Jicaral.

Estaba decidido a todo, en llegando se acomodo bajo el paraguas del árbol, nervioso y apresuradamente reventó los secos burillos; con un fósforo encendió el chlicagre y alumbro para encontrar las velas de "seboemuerto", las que encendió; Escalofríos en todo el cuerpo lo hacían temblar, tenia un profundo miedo especialmente a lo desconocido.

Tenia mucho miedo pero no tanto como cuando fue a traer la astilla de la Cruz verde de la Iglesia de Santiago, esa noche sacrílega, si sintió miedo; miedo del Guardia Nacional que estaba de Posta en la Admón. de Rentas; miedo de aquel grupo de muchachos que sentados en una banca del Parque casi enfrente de la Cruz Verde lo podian ver; miedo panico de desnudarse y que alguien lo conociera; cuando llego a la puerta mayor se arrodillo abrio los brazos en cruz y rezo el Padrenuestro, Avemaria y Gloria al reves; parece si que quien tenia mas miedo fue el Guardia, caminando paso a paso se acercaba a los muchachos; miedo tambien debe haber sido el de los muchachos que vieron al hombre desnudo arrodillado frente a la Iglesia; Guardia y muchachos corrieron como almas que sigue el diablo; recordar eso le dio animos, pero el miedo estaba dentro y las manos y piernas la temblaban fuertemente.

Fue poniendo los cirios uno a uno sobre la piedra de ara siguiendo las indicaciones que le fueron dadas; entre ellos coloco la astilla de la Cruz Verde y de mas cosas; saco de la camisa las oraciones y comenzó a desnudarse, el aire frío y el miedo hacían que castanuelara los dientes; se arrodillo y comenzó a decir las oraciones, al decir la ultima y las demás cosas grito: Carlos, Carlos, Carlos.

Un relámpago-trueno estremeció cielos y tierra, todos los pelos de su cuerpo se pusieron de puntas; luego no se escucho ruido alguno, todo silencio, el profundo silencio llenaba todo el ámbito campestre; frente a el, súbitamente apareció el malo, había acudido a su llamado.

No era como lo había visto en las estampas, ni como estaba bajo San Miguel en la Iglesia del pueblo, era mas bien guapo, elegante; Carlos lo quedo viendo con gesto de asombro y expectación; el silencio fue roto por una voz grave, de ultratumba que no salia de la boca del malo y le dijo así: Carlos aquí estoy, me llamaste; la sangre se le helo en las venas y el corazón se le salia del pecho tan fuerte que todo su cuerpo se movía al compás de pom, pom, pom…la voz continuo: Has de saber que desde el mismo instante que hagamos el pacto yo te daré cuanto quieras, tu vida, espíritu y cuerpo son míos; esas palabras llegaron mas allá de lo que Carlos podía aguantar, su valor se desmorono como un castillo de naipes.

Tartamudeando grito: sa, sa,sa, San Miguel Arcangel sálvame del malo, un berrido de bestia moribunda, berrido con la intensidad del trueno conmovió la naturaleza, un magnifico y aullante torbellino lo rodeo, giraba y giraba a su alrededor produciéndole vértigos, los cirios seguían encendidos, el torbellino arranco las pocas hojas del chilamate, el seguía invocando a San Miguel, el olor a azufre no lo dejaba respirar y sentía se IVA desmayar

Las primeras gotas de agua lo reanimaron volviéndolo a la realidad, vio como el agua apagaba los cirios, el torbellino había desaparecido. Cuando el aguacero estaba en toda su fuerza comenzó a vestir las empapadas ropas, rezando Padrenuestros, Avemarías y Salves llego a la loma, se volteo y vio como una centella caía sobre el chilamate descuajando todo su ramaje.

Así me lo contaron, así se los cuento, fue por el año de 1939 en el río de la Flor.

Palalán



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